acercándonos al objetivo

En muchas ocasiones un taller de fotografía de naturaleza no tiene mucho que ver con lo que podría ser «fotografía de naturaleza». La logística de mover un grupo de gente tiene ciertas limitaciones. Normalmente en nuestros talleres buscamos localizaciones ya marcadas y conocidas y nos alojamos en algún hotel buscando la comodidad de los asistentes .

Desde hace algún tiempo tenía ganas de acercar a los asistentes a nuestros talleres a un entorno menos controlado. Para ello nos fuimos a Neouvelle, en el Pirineo Francés. Con un grupo más reducido allí nos presentamos, con nuestras tiendas de campaña y con muchas ganas de acercarnos a este entorno.

El tiempo avisaba de posibles tormentas y aunque a nuestra llegada el sol lucía de lo lindo esto no es garantía en Pirineos y, en efecto, al poco de llegar el cielo empezó a torcerse. Decidimos montar las tiendas antes de que empezara la tormenta y está llegó de golpe. Nos refugiamos pero pareció calmarse.

Decidimos probar suerte y sacar esas nubes tan potentes, pero solo era una artimaña de la montaña y empezó a descargar con más fuerza aun, así que con una buena caladura solo nos quedó ponernos de nuevo a buen recaudo.

Dormir en tu saco escuchando los truenos en el exterior tiene su punto. A eso de las 4am dejaron de escucharse y tras una mirada al exterior nos pusimos en marcha para hacer el amanecer (la primera foto de esta entrada es de ese primer amanecer).

A partir de ahí la climatología se portó muy bien. Pudimos trabajar en las localizaciones que ofrece el entorno y los asistentes pudieron disfrutar fotografiando en semejante entorno. Bueno, los que más disfrutaron fueron los mosquitos. En visitas anteriores a este sitio nunca había notado su presencia, pero en esta ocasión se hicieron notar. Nunca he visto al mosquito tigre, y lo que yo tenía entendido es que a tanta altura no se daba bien, pero el mosquito que nos visitó no era el normal. Mas grande y virulento, sus picaduras nos fueron marcando a todos. El repelente a penas les hacía nada y solo quedaba ponernos gorros y capuchones para evitar un daño mayor.

Un verano suave nos dejó una montaña con una flora aun muy abundante, y pudimos trabajar un poco con el macro. También hicimos algo que tenía muchas ganas de incorporar a nuestros talleres. Normalmente llevamos a la gente a puntos muy concretos donde sabes que «hay foto». Sin salirnos mucho de esto decidimos movernos sin equipo fotográfico para ver el que sería nuestro destino en el último amanecer. Buscar localizaciones es una parte interesante y necesaria dentro de la fotografía de naturaleza, así que nos pusimos en marcha.
Gracias a este ejercicio pudimos dar con este campo de flores que se encontraba cerca del sitio original para ese amanecer pero que no habríamos podido descubrir de otra manera.

Solo puedo tener palabras de agradecimiento a los asistentes de este taller por confiar en nosotros, por superar las inclemencias que se nos fueron presentando.
Gracias chicos.