Es curioso como funciona el coco. Últimamente me cuesta arrancar la cámara de su refugio y escaparme a fotografiar. Trabajo, preocupaciones y demás cosillas te minan la chispa que te espera ansiosa en el estómago dispuesta a tomar el mando y desatar el impulso creativo.
En esta sesión, las ganas, la pereza y la oportunidad hicieron que tanto Iñigo, Arkaitz y yo nos animáramos mutuamente para acercarnos de nuevo al Portio.
Según nos acercábamos al lugar las pocas nubes que había fueron desapareciendo dejando de nuevo un cielo poco inspirador. Aun así una vez con la cámara en la mano me dejé llevar.
También apareció por allí Urtzi Vera, al cual tenía muchas ganas de conocer, pero en ese momento ya no era yo el que gobernaba mis actos, solo había sitio para ese hambre de fotos, para esa rata que te va comiendo el estómago hasta que recibe su buena dosis de tomas.
Ains, mira que ni saludar, te entiendo, cuando uno está inspirado se queda como ausente.
Veo que vas haciendo cambios, te está quedando muy bien el nuevo formato.
Te entiendo perfectamente. Cuando estoy preocupado por cualquier tema importante, o tengo algo de ansiedad o cualquier cosa no me inspira nada y no me apetece ir «cabreado » a hacer fotos. Porque hacer fotos para mí es muy íntimo, es mi momento, donde disfruto (que por supuesto se puede compartir con otras personas pero no con las preocupaciones.
Paradójicamente es cuando hago fotos y las proceso que me relajo y se me pasan «los cabreos».