Texto perteneciente a la sección «Susurros de la naturaleza» de la revista LNH
¿Qué ocurre cuando nada te vale?
Jaja, dicho así empieza mal la cosa, mejor me explico.
Una de las cosas que más cuido y más valoro a la hora de hacer y disfrutar de la fotografía es la composición. Más allá de colores soberbios o lugares de ensueño a lo que más tiempo dedico es a colocar los elementos que tengo ante mi de una forma predeterminada. Además me gusta hacerlo de una manera precisa, marcando pautas en los espacios e intentando que todo esté en su sitio.
Esto mismo me ocurre cuando veo imágenes de otros. En ocasiones un mínimo detalle en una parte muy pequeña de la foto que crea que no está en su sitio hace que me distraiga de la imagen y no la pueda disfrutar en toda su grandeza.
En esa búsqueda de la superación e, incluso, de la perfección he llegado a un punto de duda.
¿Es la perfección demasiado perfecta?
Quizás sea porque ahora todas las cosas que nos rodean tienen unos diseños muy cuidados, o quizá sea por influencia de esas imágenes digitales en la que todo está perfecto. La luz exacta en cada sitio, la textura perfecta, la nitidez extrema de todo lo que se ve.
Creo que llega un momento en el que tanta perfección no me aporta nada. Ojo, no te engañes, cuando estoy ahí fuera, luchando con conseguir esa compo sigo buscando con la misma intensidad de siempre esa exactitud en la búsqueda de mis imágenes, y si no lo consigo siento que no me llevo la imagen que yo quería, que el elemento que intentaba retratar me ha ganado la partida.
El caso es que cuando sí lo hago, cuando tengo todo cuadrado como yo quería, miro la imagen resultante y me quedo con la duda. ¿No estará todo demasiado ordenado?, ¿demasiado en su sitio? Y es entonces en ese punto cuando me sorprendo buscando romper algo de lo hecho y dejar algo “ descolocado”, el encuadre, algo “ligeramente desenfocado”.
¿Qué ocurre entonces? ¿Que está mejor? ¿Cual es la decisión correcta? ¿Que ocurre cuando nada vale al 100%?
Creo que la respuesta a tu pregunta es otra pregunta Javier.
¿ Y por que no?