El artesano de luz. Susurros de la naturaleza

Texto perteneciente a la sección «Susurros de la naturaleza» de la revista LNH

El artesano de luz

El artesano estaba intranquilo. En muchas ocasiones empezaba su trabajo, sin ganas, apenas con la inercia del que lleva haciendo lo mismo muchas veces. En esas ocasiones todo parece más fácil. Simplemente se trata de repetir patrones y modelos que sabe que funcionarán. Simplemente se tratata de plasmar lo aprendido ante la pieza de materia prima que tenga ante él. Visualizar rápidamente las formas y líneas que esconde la pieza, un rápido vistazo y a empezar.

Pero ese día no era así, ese día la cabeza no dejaba de dar vueltas sobre varias ideas nuevas y quería plasmarlas de alguna manera. Esos días todo se complicaba. No bastaba con trabajar con aquello que ya conocía, ese día necesitaba plasmar algo, traspasar ese muro que tantas veces se nos pone delante de los ojos.

Tenía en la cabeza un lugar en el que pensaba que encontraría la base para plasmar esas ideas, así que cogió su vehículo y se puso en marcha. Aun faltaban muchas horas para el momento preciso, pero daba igual, necesitaba ese espacio para ir formando su obra en la cabeza.

Tras más de una hora en el coche llegó a su destino, una zona de costa rocosa que ya conocía de antes. Bajó ya con sus herramientas dispuestas, a pesar de que aun era pronto. Necesitaba concentrarse, ese día habría sido mala compañía. Esos días no suele ser muy hablador, incluso puede llegar a ser cortante. Bastante tiene con intentar poner orden dentro de su cabeza.

Nada, no lo encontraba, no estaba allí. Antes de salir de casa estaba casi convencido de que era el sitio ideal. Lo conocía a la perfección, lo había trabajado infinidad de veces y parecía el lugar adecuado… pero no.

Aunque era pronto los nervios empezaban a no dejar pensar con claridad. ¿qué podía hacer? Si se quedaba allí sabía que no encontraría lo que buscaba y que no trabajaría a gusto. La otra opción era otra hora más de coche y un sitio que apenas conocía. Había estado una vez y no estaba seguro de que funcionaría. Tal vez. Quizá. Además el tiempo empezaría a echarse encima y sabía que esos días necesitaba más tiempo del habitual.

¡Qué leches! Mejor no pensar, sin duda pensar está sobrevalorado. De nuevo en carretera, sin darle vueltas al hecho de llegar a un sitio casi desconocido, sin valorar las dos horas que luego tendría para regresar a casa. La moneda ya se había lanzado y era mejor no darle más vueltas.

Una vez en el destino el ritual empezó de nuevo, cogió todo su material y empezó a darle vueltas al lugar. Sin duda algo se podría hacer, tenía buenos elementos con los que ponerse a trabajar. Aun no sabía lo que quería y la luz no era como se había imaginado, pero ya no había vuelta atrás.

Empezó a trabajar las formas, a modelar la luz hasta domarla y transformarla. Esos eran los momentos en los que más disfrutaba. Igual que un escultor cuando se pone a cincelar sobre el bloque virgen y empieza a descubrir los esbozos de la obra final. Igual que un pintor en sus primeros trazos sobre el lienzo, ante él empezaron a tomar forma sus ideas. Las rocas parecían querer coger todo el protagonismo y hacían que todo lo demás no tuviera importancia. La isla del fondo, aun iluminada por el sol, también quería colarse dentro de su cabeza y con ello empezó a trabajar.

A modo de pinceles o cinceles su cámara y demás utensilios fueron modelando la luz, fueron dando la forma a su pieza.

Ya casi estaba, quizá pulir un poquito aquí y allá. Lo tenía. El muro ya no estaba y las ideas parecían surgir de manera bastante clara. Sin duda el trayecto había merecido la pena. Sin duda el artesano disfrutaría ese día viendo su pieza acabada.

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Una respuesta a El artesano de luz. Susurros de la naturaleza

  1. Abdón Marcos Benito dijo:

    Me parece genial lo que expones para conseguir plasmar una idea creativa.