Tras nuestra primera toma de contacto en la Península de Reykjanes decidimos que era un buen momento para desayunar y cargar el coche de avituallamiento antes dirigirnos a nuestro próximo destino, el parque nacional de Thingvellir.
La visita a este lugar tenía algo de fotográfico y mucho de turístico. Ir a Islandia y no visitar el enclave del antiguo parlamento era algo que decidimos no hacer. Más que por el parlamento en si la historia de este lugar se extiende a la época de los Vikingos, ya que se supone que era aquí donde se reunían los diferentes clanes.
Por si esto fuera poco en este enclave se encuentra una gran fisura tectónica que pone en evidencia la separación y la deriva de las placas continentales de Eurasia y del continente americano.
Se trata de un lugar con mucho turismo, incluso visitado por los propios Islandeses. Un montón de gente caminando por estas fisuras hacían que disfrutar haciendo fotos no fuera fácil. Yo por mi parte decidí darme una vuelta fuera de la zona «habitual» y me encontré con algún que otro regalito.
Como no, también decidimos visitar las fumarolas de Geysir, otro de los lugares plagados de turistas. La verdad es que impresionan y aunque les hicimos algunas fotos he optado por mostraros una de los alrededores «libre» de personas.
Enseguida empezaríamos con la parte más interesante de nuestro viaje. La primera etapa, un lugar que me capturó desde el mismo momento en que vi una primera foto del lugar hace ya unos añitos, Bruarfoss.
